martes, 13 de diciembre de 2016

La fábrica de luz lunar. 🌚

El Doctor Alunado regresaba, como cada tarde, por el camino de hojas amarillas. En primavera, cuando se ausentaba el marchito follaje, Alunado lo pintaba en el suelo para continuar su perenne caminar.

Comenzaba a anochecer, y el doctor aceleraba su paso. Tenía que llegar a la fábrica justo a la hora indicada en su lunario. 

La luz artificial, como Alunado gustaba de llamarla, ya alumbraba su marcha. Era la señal que indicaba su cercanía a la fábrica.

La casa contigua a su lugar de trabajo estaba abandonada desde que decidió trasladarse a una población cercana, pues la soledad empezó a contarle historias de alienación.

Encaramado en lo alto de la torre, vislumbraba mejor la luna. El doctor volvió aprisa al interior de la fábrica, donde a través de la alquimia transmutaba la luz solar almacenada en vapor de luz que enviaba a la luna para iluminarla. 

Y así, noche tras noche, volvía a su cama circular, satisfecho de crear luz lunar.

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